La amedrentadora y agresiva propaganda al servicio de la homogeneización vital no deja de roer a diario la voluntad de millones de personas. Cansados de ser ridiculizados y excluidos por atreverse a reivindicar su libertad de conciencia, no pocos ciudadanos de democracias muy deterioradas renuncian a desarrollar una existencia genuina y personal con el fin de obtener la aprobación y las prebendas de unos poderes que tratan de destruir el pensamiento crítico y de infantilizar a todo el planeta.
Jamás volveré a beber cerveza describe las claudicaciones de quienes han hallado en el cinismo un bálsamo a las frustraciones derivadas de su conformismo y de su pusilanimidad. Guillermo Braga, protagonista de esta vertiginosa y mordaz novela, es la encarnación de un altanero y terco sarcasmo. El sarcasmo que flota sobre una civilización básicamente emotiva
que ha entronizado a los mediocres. He aquí un texto perspicaz y acerado que parece haber sido escrito a pachas por los fantasmas de Baroja y de Bukowski mientras se tomaban unas copas junto al espíritu irreverente y lúdico de Boris Vian.
Jamás volveré a beber cerveza describe las claudicaciones de quienes han hallado en el cinismo un bálsamo a las frustraciones derivadas de su conformismo y de su pusilanimidad. Guillermo Braga, protagonista de esta vertiginosa y mordaz novela, es la encarnación de un altanero y terco sarcasmo. El sarcasmo que flota sobre una civilización básicamente emotiva
que ha entronizado a los mediocres. He aquí un texto perspicaz y acerado que parece haber sido escrito a pachas por los fantasmas de Baroja y de Bukowski mientras se tomaban unas copas junto al espíritu irreverente y lúdico de Boris Vian.
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