En la famosa batalla del Salado, el rey Alfonso XI de Castilla tomó, en el campamento del derrotado ejército musulmán, una valiosa joya, conocida como la Cruz de Belisario, que contenía un fragmento del “lignum crucis”, un trozo de la cruz en la que fue crucificado Jesucristo que Santa Helena, la madre del emperador Constantino, había regalado a la catedral de San Cipriano de Cartago.
En el año 1351, el doncel don Álvar García de Illas emprendió la búsqueda de la legendaria reliquia por las tierras de Extremadura y Castilla y, aunque logró descubrir la identidad de los salteadores, no pudo recuperar la Cruz de Belisario.
En el año 1994, un alumno de doctorado que localizó un misterioso manuscrito en el Archivo Ducal de Medinaceli, en el que se mencionaba la Cruz de Belisario, retomó le búsqueda dejada inconclusa por don Álvar en el siglo XIV e inició una atípica investigación que lo llevaría a archivos, bibliotecas, castillos, monasterios e iglesias de España hasta lograr desvelar la sorprendente historia de la Cruz de Belisario y la decisiva incidencia que tuvo su expolio en las tensas relaciones que existieron, entre los reinos de Portugal y Castilla, a mediados del siglo XIV.
Estando en el cerco de Algeciras, en 1343, el rey de Castilla pidió un préstamo al monarca francés para poder continuar la campaña contra los musulmanes. El rey Felipe de Valois le exigió, a cambio de su ayuda, el envío, como aval, de la corona real y la Cruz de Belisario; pero la comitiva que transportaba las joyas a Francia fue asaltada por una partida de hombres armados que robaron el valioso relicario.
En el año 1351, el doncel don Álvar García de Illas emprendió la búsqueda de la legendaria reliquia por las tierras de Extremadura y Castilla y, aunque logró descubrir la identidad de los salteadores, no pudo recuperar la Cruz de Belisario.
En el año 1994, un alumno de doctorado que localizó un misterioso manuscrito en el Archivo Ducal de Medinaceli, en el que se mencionaba la Cruz de Belisario, retomó le búsqueda dejada inconclusa por don Álvar en el siglo XIV e inició una atípica investigación que lo llevaría a archivos, bibliotecas, castillos, monasterios e iglesias de España hasta lograr desvelar la sorprendente historia de la Cruz de Belisario y la decisiva incidencia que tuvo su expolio en las tensas relaciones que existieron, entre los reinos de Portugal y Castilla, a mediados del siglo XIV.
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