A Inés la han escogido para un trabajo y tiene que ir a hacer un curso de aprendizaje a Santander junto con otra chica elegida. Al no tener teléfono en su piso de Salamanca, en el currículo anota el teléfono de sus padres que viven en el pueblo de Lumbrales.
Mercedes, su madre, es la encargada de coger los recados para su hija, pero pronto empieza a desconfiar de las personas que llaman. Intuye que algo raro sucede, y así se lo hace ver a su marido e hijo provocando la burla de ambos. Tras realizar varias llamadas telefónicas averigua, a cienkilómetros de distancia, que dicho trabajo no existe.
Al mismo tiempo, la anciana vecina de Inés le cuenta su propia historia, de cuándo con su misma edad, se escapó por poco de un mal destino, provocado por su propio novio.
Usando su intuición de madre como arma, tendrá que evitar que a su hija se la lleven a un viaje de ida, pero sin retorno.