En el cementerio de Zorgvlied, en Ámsterdam, se reencuentran inesperadamente Michel Houlle y Francisco Sáez, antiguos rivales en su amor por Amber. Ambos han acudido al funeral de una amiga en común, Marian Van de Broek, cuya muerte despierta en ellos no solo recuerdos de una relación perdida, sino también la sospecha de que ha sido asesinada.
Convertidos en una insólita pareja de justicieros, comienzan a seguir la pista de un gato —la mascota de la fallecida—, pero su estrafalaria investigación termina por llamar la atención de la policía. Pronto, Francisco se ve implicado en la muerte accidental de uno de los amantes de Marian, a quien había estado hostigando por considerarlo responsable del homicidio de una joven en Valencia.
Sin embargo, en medio de su camaradería etílica, Francisco acaba revelando el origen de su obsesión, lo que les lleva a trazar una audaz misión: Michel aceptará viajar a Inglaterra para entregar a Amber una carta en la que Francisco intenta justificar su abandono. Luego se desplazará a Bath, decidido a averiguar por qué la madrastra de Amber —una antigua agente del MI5— protegió al sospechoso que Francisco perseguía.
El banal incidente con otro animal, esta vez el perro de una exiliada rusa que cuida a la ex agente británica, revelará un misterio inesperado, clave para comprender la verdad —aunque no toda la verdad—, la que Francisco intentará arrancar al comisario que llevó el caso cuando regrese a España decidido, por fin, a cumplir su promesa de hacer justicia.