Corre el año 3023.
Mientras las nuevas grandes potencias –aquellas que menos sufrieron los devastadores efectos de la Guerra Nuclear que a punto estuvo de acabar con la raza humana– tratan de dominar el planeta y sus escasos recursos, una ola de suicidios asola el mundo.
El Tribunal Universal, creado con el fin de reglar las condiciones de guerra y evitar el uso de cualquier avance que pueda dirigir a la humanidad hacia una nueva Era Oscura, abre sus puertas en Occidentalia.
Danco Lofni, antiguo abogado de la compañía de ingeniería sensorial R.E.S.E.T., creada por el cínico y ya anciano Raimundo Prendes, dice poder demostrar que la imparable ola de suicidios tiene su origen en la “extirpación de taras” que, cuarenta y cuatro años antes, la empresa comenzó a aplicar a los soldados de Occidentalia, logrando defender a ésta y a otras muchas naciones de la furia de las potencias beligerantes al eliminar en sus soldados sentimientos o sensaciones como el miedo, el dolor, el cansancio o la tristeza, lo que les dio una ventaja decisiva en el campo de batalla.
En un mundo de fronteras endebles, asolado por la radiación, y en el que el agotamiento de otros combustibles fósiles ha llevado a la civilización de vuelta al uso de las máquinas a vapor, Romina Dérker, Primera Magistrada del Tribunal Universal, tendrá que escuchar los testimonios de los testigos convocados por ambas partes, testimonios que nos trasladarán a variopintos escenarios a lo largo del tiempo, entretanto el letrado Lofni hace frente, con ayuda del cuerpo de policía, a aquellos que tratan de silenciarlo para siempre.
El creador de “El Diario de Ertélion” nos sorprende con una trepidante e inesperada distopía postnuclear con tintes steampunk.